Hablemos de microplásticos

Casi todos, por no decir todos, hemos escuchado la palabra microplásticos alguna vez. Esas partículas minúsculas que pueden estar presentes tanto en el agua, el aire, en los animales y alimentos. 

Seguramente en lo que la mayoría nos confundimos es a lo que llamamos microplásticos. 

Si nos ceñimos a la definición, son aquellas partículas plásticas de menos de cinco milímetros de largo. Son fruto de la contaminación principalmente provocada por una mala gestión de los residuos por parte del ser humano.

Estos microplásticos que ya llevan tiempo desintegrándose de su producto, envase original y aún tardarán varias décadas en poder degradarse al completo.

A raíz de esto, podemos comentar los tipos de microplásticos que hay. Ambos tienen en común el tamaño, pero se diferencian por el origen.

  • Microplásticos Primarios: Fabricados específicamente en ese tamaño diminuto y empleados en productos que usamos a diario: pastas de dientes, jabón de mano, gel de baño…
  • Microplásticos Secundarios: Formados por la descomposición de algún producto plásticos de mayor tamaño. Por el desgaste, contacto continuo del mar y las olas, radiación solar se van rompiendo y deshaciendo creando así los microplásticos.

Si todos hemos escuchado hablar de los microplásticos, tampoco somos ajenos a cómo afectan al medio ambiente y a nosotros. 

Sin embargo, la realidad es que aún sabemos muy poco de cómo pueden afectarnos. Sabemos que no son biodegradables por lo que una vez esparcidos en la naturaleza permanecen mucho tiempo. Como hemos citado en las redes sociales de LimpOcean, ya se han encontrado microplásticos en la Antártida y en todas las especies de pingüinos allí presentes.

El problema de la ingesta de microplásticos en la cadena alimentaria marina trae consigo varios problemas.

  • Los animales comen sin saber lo que es y/o sin ver las micro partículas.
  • Al no ser biodegradables, el cuerpo no las procesa debidamente y los animales ingieren menor alimento nutritivo del que le corresponde, produciéndo así descontroles e intoxicaciones.
  • Un depredador mayor, se come un animal que previamente se haya comido microplástico y quizás nosotros nos comamos ese pez, por lo que toda esa contaminación acaba en nuestro organismo.

Pero el problema no está solo en el agua. Las partículas también están esparcidas en el aire, por lo que al respirar penetran en nuestro cuerpo, afectando a nuestra vida diaria. No está aún demostrado cuál es el impacto en la salud, pero sí que los microplásticos causan daño en los órganos y células humanas.

La solución a esto parece complicada, porque según Nature, se prevé una producción de plástico del doble de lo que se produce actualmente, que son casi 400 millones de toneladas. Sin contar los plásticos que están perdidos en el mar y en los vertederos. 

Buscar una mejora a la hora de gestionar los residuos y apostar por una economía circular de verdad parece ser el único punto de partida viable. 

Fuente:

Nature.com articuled41586

sostenibilidad.com/medioambiente/microplastico

Universtity of Plymouth Saving our seas from plastic

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